miércoles, agosto 09, 2006

Los Niños de Las FARC

Una niña de 15 años que desertó de la guerrilla relata su última travesía con las Farc
Con su pierna derecha mutilada por una bomba, la menor aprovechó que sus compañeros la dejaron en una casa para que se recuperara y se les escapó.
EL TIEMPO le escuchó su historia en La Macarena.
"Cuando cumplí 10 años empezaron a buscarme. Nací en esta región, vivía con mi mamá y mis hermanos y asistía a la escuela, pero a esa edad los guerrilleros comenzaron a decirme que me fuera con ellos, que allá me iban a dar de todo...
Cuando uno está pequeño es fácil que cualquiera lo engañe. Cada domingo que bajaban al pueblo, como mi mamá tenía un negocio, ellos me insistían que me fuera, que allá se pasaba bien, que era mejor irme con ellos que estar por ahí trabajando.
Mi mamá sufría y me repetía que no me fuera a ir, que eso pagaban muy mal. Pero yo estaba confundida.Cuando cumplí los 12 años exacticos volvieron por mí. Como mi mamá se había ido a trabajar a otro lado, aproveché y me fui con ellos.
Lo que más duro me dio fue el baño porque después de tres semanas de pasar por casas y veredas, donde se podía entrar a bañarse y hacer necesidades en los sanitarios, tocó empezar a hacerlo en el monte: abrir el huequito y taparlo con hojas y a veces quedarse sin papel higiénico... ¿se imagina?
También fue duro la bañada, porque tocaba en los caños, a veces delante de todos. Mi casa no era un lujo, pero por lo menos tenía condiciones dignas. En el monte no se puede eso.
La combatiente A los cinco meses me arrepentí, pero ya no me podía salir. Además a mi mamá ya le habían dicho que yo estaba muerta, que me habían matado. Como pasó con mi prima que se fue de miliciana bolivariana y cuando intentó volarse, la cogieron, le hicieron consejo de guerra y luego la mataron.
Me dieron uniforme, morral y empecé la travesía por el Guayabero, luego La Punta y La Pista, en el sur del Meta.Quiero olvidarme de lo que pasé. Como el combate en Morro Pelao, para el lado del Guayabero, donde me tocó 'morteriar' (disparar mortero).Esa balacera fue tremenda. Así que si salían los soldados a cogerme, me tocaba dejarme coger porque no tenía nada más con qué defenderme. Además siempre me dio mucho miedo disparar.Desde que empecé en esto y hasta ahora tuve de comandantes a 'Rumba', 'Giovanni', el 'Boyaco', 'Darío', 'Chucho' y el 'Negro Antonio'. Con ellos pasé de frente en frente.Desde hace dos meses estaba por segunda vez con el frente 40, cuando sufrí la herida... Eso fue muy duro. Estaba en Peña Colorada, (parte media del río Guayabero) en medio de un combate y me tocó armar una bomba para botarle al Ejército, pero la cogí con la mano que no era.
Los soldados me estaban quemando (disparando muy cerca) y cambié la bomba de mano para no golpearme, pero se me explotó. Me volé la pierna.En ese momento sentí que me bajaba sangre muy duro y pegué un grito cuando me miré. Estaba mocha. Volví a gritar y ahí llegó un guerrillero, me cogió y me desmayé. Cuando desperté, mis compañeros ya se les habían escapado a los militares. Íbamos rumbo al campamento donde me cogieron puntos, pero el Ejército estaba encima y me echaron para una casa civil, para el lado de La Reserva y me dejaron ahí botada, como si yo no les importara.Su sueñoPedí que me dejaran hablar con el comandante porque necesitaba útiles de aseo y ropa. No me lo permitieron. Como no regresaron, un compañero, que también estaba herido, y yo decidimos desertar.Lo hicimos cuando supimos que el Ejército había entrado a La Julia. Nos entregamos el 20 de julio. Fue con mucho miedo porque varias veces nos advirtieron que lo único que no podíamos hacer era dejarnos coger vivos o entregarnos a los militares, porque con las mujeres, lo primero que hacían era violarnos y torturarnos, que nos atravesaban con un palo y luego nos mataban.
A la final nos recibieron bien. Me compraron ropa y me dieron comida y me dicen que van a sacarme para Bogotá.
Ahora mi sueño es que me ayuden a conseguir mi piernita, para poder caminar otra vez. Después quiero estudiar el bachillerato y luego enfermería, porque me gusta mucho y en la guerrilla me tocó hacer tres cursos.
Estos días he estado aquí en la base y los soldados me ayudan para ir al baño o para moverme y un general me regaló las muletas. He pensado en mis compañeros que siguen en las filas y me gustaría que en un descuido pusieran la emisora del Ejército, para que escuchen a los compañeros que se han entregado...Quiero olvidarme de todo. Eso ya pasó. Ya no voy a estar cerca de las armas. Eso me dijeron los soldados".
JINETH BEDOYA LIMA
REDACTORA DE EL TIEMPO
LA MACARENA (META)

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