viernes, abril 28, 2006

La violencia de las palabras


Pocas veces en este medio nos gusta citar textos de otros medios de comunicacion, pues disfrutamos escribiendo nuestras propias columnas... Pero cuando los periodistas demuestran con sus escritos buen periodismo, bien vale la pena tenerlos presentes en este espacio.
Es por ello que hoy queremos compartir el Editorial del Periodico El Mundo de Medellin, pues siguen los ataques rastreros al Presidente Uribe, para evitar a toda costa que llegue a ser reelegido, es asi como deseamos que lean lo ya citado.
Hace 23 años, los hermanos Luis Mario y Jorge Fernando Gaviria Vélez, primos hermanos de Pablo Escobar Gaviria, tuvieron problemas con la justicia norteamericana. Ambos fueron detenidos en Miami, el primero pagó una fianza después de dos meses de detención y quedó libre y el segundo también fue dejado en libertad después de dos semanas de arresto. Ese es el hecho escueto, que bien pudo merecer en ese momento una breve nota en la página judicial de cualquier periódico, pero que ayer fue sacado a flote por El Tiempo, en una de esas manifestaciones de sensacionalismo y perversidad que cada vez nos sorprenden menos, esta vez con la malévola intención de tender un manto de duda sobre una de las personas más cercanas al Presidente de la República, su asesor José Obdulio Gaviria, casualmente hermano de los nombrados y obviamente primo – circunstancia familiar que jamás ha negado – del tristemente célebre capo del Cartel de Medellín.
El Código de Ética del CPB dice en su artículo 8° que “El sensacionalismo es una deformación interesada de la noticia, implica manipulación y engaño y, por lo tanto, burla la buena fe del público”. Todo eso y mucho más se manifiesta en el tratamiento periodístico de un refrito de más de dos décadas, torpemente traído, además, porque no creemos que la Dirección del “Hermano Mayor” pueda estar interesada en lanzar esa clase de ataques matreros contra el Asesor Presidencial, a un mes de las elecciones y cuando han hecho profesión de uribismo en sus editoriales. Empezando por el desmesurado titular, a cinco columnas: “Dos hermanos de asesor presidencial estuvieron presos por droga en E.U.”. Más adelante, en el cuerpo de la “noticia”, dice el redactor anónimo que “los dos hermanos salieron de E.U. sin que sus casos se hubiesen resuelto…”, dejando la duda perversa de que pudieran estar todavía en deuda con la justicia de ese país, lo que es absurdo, pues allá no perdonan y si los dejaron libres fue porque no les pudieron comprobar delito alguno en ese momento, ni tampoco más tarde porque los habrían mandato a buscar.
Dice también el Código del CPB que “el periodismo debe respetar la vida privada, la dignidad y la intimidad de las personas y sólo referirse a aquellos sucesos o circunstancias de carácter privado que adquieren claro interés público”. Nos dirán los colegas que hay un interés público en sacar a flote unos hechos judiciales ocurridos hace tanto tiempo, dada la notoriedad delincuencial del pariente de los involucrados y, sobre todo, la notoriedad pública de su hermano, hoy Asesor Presidencial. Es cierto que la notoriedad de los protagonistas de la noticia es un factor a tener en cuenta - pero no el único ni el más importante – a la hora de valorar el enfoque del contenido y el despliegue en la presentación de una noticia. El parentesco con un delincuente no puede ser una justificación válida para hurgar en la vida privada de una persona so pretexto de servir el interés público, que por cierto suele confundirse con la curiosidad morbosa de la gente.
En relación con los hermanos del doctor Obdulio Gaviria, aún si se trata de errores de juventud, como reconoce uno de ellos, no hay derecho a que por simple afición al escándalo o, como sospechamos, por malsana intención política, se los convierta después de tanto tiempo en objeto de escarnio, se les ponga en la picota pública, se revuelque un pasado superado, que no quieren recordar porque implica hurgar el viejo dolor de una familia. No hay derecho a eso, así se les dé la cicatera oportunidad de explicar lo que pasó y, en un alarde de objetividad, se informe que “tras el incidente judicial, ambos empezaron nuevas vidas en Colombia”; que el sociólogo Luis Mario Gaviria Vélez lleva más de 15 años trabajando por los pobres y desplazados de Urabá y otras partes de Antioquia, como funcionario de la Agencia Presidencial para la Acción Social, antes Red de Solidaridad Social; y que su hermano Jorge Fernando coordina el área de acompañamiento psicosocial dentro del Programa de Paz y Reconciliación de la Alcaldía de Medellín. Son pues, personas de bien y funcionarios destacados al servicio de la comunidad, a quienes, junto a su hermano y toda su familia, expresamos nuestra voz de solidaridad.
Al doctor José Obdulio Gaviria le llamaron de la flamante “Unidad Investigativa” dizque para consultarle el caso y para pedirle su opinión sobre si la aparición de la información “hacía parte de una guerra sucia contra el Gobierno de Uribe”, lo que obviamente se abstuvo de confirmar. Pero, con gran entereza, sin quejarse de que se fuera a sacar a la luz un episodio de más de dos décadas, resaltó que sus hermanos superaron esos inconvenientes y hoy son personas “notablemente buenas”. Tenemos entendido que ayer lo llamaron para excusarse, pero el mal ya estaba hecho. Es una bellaquería que no se compadece con su brillante trayectoria como académico, profesor universitario, columnista y escritor, cuyo pecado ha sido estudiar, pensar y “expresar y difundir su pensamiento y opiniones”, pues es quizás el único personaje vinculado al alto Gobierno que no ha hecho un nombramiento ni adjudicado un contrato, y la única explicación de esa feroz e inhumana sevicia en su contra es el intento de acallar su voz, violando los artículos 20 y 21 de la Constitución desde las columnas del diario que pretende ser el defensor de la libertad de expresión. ¡Dios quiera que no sigamos por ese camino!

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