martes, abril 25, 2006

El Nuevo Heroe

Nada le produce mas deleite al comite redactor de Ojo critico que una columna bien escrita y con todo el picante del mundo... y quien mejor que Fernando Londoño Hoyos para dar ejemplo...

Por Fernando Londoño Hoyos
De su dorado exilio en Venezuela ha vuelto al país, después de largos años de ausencia, Antonio García, reconocido jefe militar del Eln. Como tal, cualquiera lo advertirá, el responsable de todo lo que "militarmente" le es imputable a ese grupo armado, mejor dicho, a esa banda de criminales que se escuda bajo aquella sigla.
La prensa le dio bienvenida de prócer, lo que no espanta cuando se recuerda que la cuestión está en vender. Ni una pregunta desagradable o comprometedora para no molestar al triunfante huésped, parecía la consigna. Pero mucho más diciente que aquello, fue la gran acogida que le dieron, como a su viejo amigo y solidario socio, los gobernantes territoriales del Polo Democrático. Porque allá estaba nuestro Lucho Garzón, con su piel de oveja y su sonrisa beatífica; el Gobernador del Valle del Cauca, demócrata ejemplar y defensor insigne de los pobres y los oprimidos de su departamento; y para cerrar el triángulo, el señor Alcalde de Medellín, a quien creíamos curado de espantos después de mostrar tanta ecuanimidad y tino en el manejo de los criminales que asolaron su ciudad.
Conviene refrescar la memoria de estos ilustres mandatarios. Para precisarles que tenían al frente al más horroroso depredador de los recursos naturales de Colombia. García, volando los oleoductos de Arauca castigó el medio ambiente, envenenando los ríos, matando la fauna, destruyendo irreparablemente la flora, mucho más cruelmente que el Exxon Valdez en el Polo Norte. Sólo una humanidad olvidadiza o ignorante perdonaría semejante crimen.
Su risueño contertulio, distraídos representantes de la izquierda, asesinó sin piedad muchos colegas de ustedes, alcaldes y gobernadores de Arauca, por el grave delito de oponerse a la expoliación de las regalías petroleras. Si hubiera más espacio les recordaba sus nombres. Y agréguese a esa lista trágica el nombre de un Pastor de la Iglesia, de los más entregados apóstoles de los pobres. A los de ustedes que sean, como su jefe Carlos Gaviria, del grupo de los gnósticos, el dato importará una higa. Para quienes somos cristianos, si todo homicidio es terrible, el de un hombre que se mata por predicar el Evangelio es una monstruosidad, un sacrilegio.
Valga para su información, queridos simpatizantes del Polo, que Antonio García es el más abominable secuestrador de colombianos inocentes. La condena que vino desde la silla pontificia contra ese delito, el más cruel, el más infame de cuantos inventó la perversidad humana, parecía diseñada para su radiante amigazo. Y peor aún, ahora tiene la desvergüenza de llamar un impuesto esa atrocidad sin orillas. Su compañero no ha sido solamente un delincuente sin entrañas, sino que hoy, a las puertas de un proceso de paz, se vanagloria de sus ejecutorias ignominiosas. Los reinsertados de las Auc han tenido cuando menos el pudor que este sujeto no ha mostrado.
Y finalmente, nos atrevemos a proponer, a ustedes que practican o fingen la filantropía con dineros de todos los ciudadanos, el tema de las minas que por acá llamamos quiebrapatas, y que esa persona consideró que por ahora no era digno de tratarse. Con cada apretón de manos a ese verdugo del género humano, especialmente de los niños y los campesinos más humildes, estaban dando un perdón no pedido, que equivale a una condescendencia despreciable, a la peor brutalidad que en Colombia se comete. Y que tiene en el Eln, en Antonio García para ser precisos, su más desgraciado exponente.
Entendemos que esta es hora de paz. Y aclaramos que estamos dispuestos al sacrificio cristiano del perdón, el más hermoso que nos mandara Jesucristo. Pero bien vale la pena ahorrar ese viático divino para el momento de la penitencia. Y sobre todo, evitar la impresión de que ustedes, a quien tenemos por demócratas respetuosos de los derechos humanos, son compañeros de esta empresa criminal, la del Eln y de su más desvergonzado líder, el tal Antonio García. Y eso que no quisimos recordar Machuca. Nos pareció demasiado para estas líneas.

Bien por Este articulo...

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