El siguiente texto fue tomado de Opinet
http://www.opinet.netCarta a Ingrid Betancourt Por Saúl Hernández Bolívar
Martes, 27 de febrero de 2007
Respetada señora: Lleva usted cinco años en poder de un grupo de asesinos, en condiciones de cautiverio infrahumanas, en el peor de los aislamientos del que pueda ser objeto un individuo mientras los guerrilleros presos en las cárceles colombianas tienen todas las garantías procesales, las visitas que quieran y la libertad a la vuelta de la esquina: un jefe guerrillero como Francisco Galán o como Yesid Arteta, salen más rápido que un ladrón de gallinas a menos que sean extraditados a los EE.UU., aun cuando a mucha gente le parezca que eso es agacharle la cabeza al ‘imperio’.
Sabrá, sin embargo, que hay policías y militares secuestrados por esa misma guerrilla que tienen más de nueve años de secuestro (los cabos del Ejército Libio Martínez y Pablo Emilio Moncayo); que uno de los canjeables, el Mayor Julián Ernesto Guevara, murió —o lo asesinaron— en cautiverio hace más de un año y aún su cadáver sigue secuestrado; y que el ahora canciller Fernando Araújo fue rehén por seis años hasta que se escapó el 31 de diciembre último, gracias a un operativo militar de rescate como lo confirma su propia familia, que fue informada de antemano, y no por un golpe de suerte como dicen algunos malintencionados.
Y el ‘sin embargo’ consiste en que, a pesar de todo; de que en este país eran secuestradas más de 3 mil personas cada año hasta la llegada de la seguridad democrática del actual gobierno, de que centenares no regresaban con vida del cautiverio a pesar de pagar gruesas sumas de dinero por su liberación y de que aún hoy debe haber medio millar de secuestrados por razones económicas, hay quienes creen que usted es la única secuestrada y que todos los demás colombianos deberíamos caminar al cadalso con tal de salvar su vida.
Muchos se preguntan por qué usted genera tanta solidaridad en Francia y el resto de Europa y tan poca en Colombia. En Francia se vendieron miles de ejemplares de su libro (La rabia en el corazón), en el que usted se pinta como una niña rica que decidió arriesgar hasta la vida para salvar un país donde todos eran delincuentes menos usted; es decir, usted se autoerigió como la reencarnación de Juana de Arco y allá se lo creyeron. Aquí, en cambio, el país la ve como lo que es: una niña rica y arrogante que se pasa por encima de todo el mundo sin medir las consecuencias de nada. No es sino recordar el episodio de su secuestro: se le dijo, se le aconsejó, se le insistió que no se metiera en territorio de la guerrilla, arriesgando su vida y la de sus acompañantes, pero pudo más la ambición de dar un golpe publicitario en plena campaña electoral. En un retén militar le exigieron firmar un documento que la responsabilizara por su vida en caso de seguir adelante y usted, ni corta ni perezosa, lo firmó.
No obstante, nadie puede negar que, acaso por lo arrogante, usted ha sido frentera en la política y de posiciones verticales. Por eso estoy seguro de que, en medio del cautiverio, no debe ver con buenos ojos la idea de que la canjeen por delincuentes que están presos: autores de homicidios, secuestros, masacres, actos terroristas y demás. Creo, conociéndola un poco, que se le caería la cara de la vergüenza al saber que los canjeados a cambio suyo volvieron a asesinar o a secuestrar.
Es obvio que usted no va a juzgar a su familia, víctimas todos del miedo y la desesperación, pero no creo que le cause mucha gracia ver a su hija, la ingenua e inocente Melanie, haciendo que los candidatos a la presidencia de Francia involucren el asunto de su secuestro dentro de sus programas de gobierno. La candidata socialista (y favorita), Ségolène Royal, dice que presionará al gobierno de Colombia y la candidata comunista, Marie-George Buffet, dice que las autoridades francesas deben impedir un rescate militar. No creo que usted aprecie la idea de que otros intervengan en los asuntos de Colombia en favor de un sólo secuestrado, aunque sea de ‘buena’ familia, olvidándose de los demás. Recuerde que el bien común prima.
Pero, además, debe haberse dado cuenta muy bien de que para las Farc usted es un diamante en bruto. Si la nueva presidenta de Francia se pone a hacer demasiado ruido con lo suyo, doña Íngrid, usted se va a quedar secuestrada otro largo rato. Las Farc gana mucho reteniéndola y no gana nada entregándola. En fin, son cinco años de una cadena de errores que empezó con el suyo y que se ha enredado por la torpeza de sus propios allegados. De todas maneras, a usted y a los demás secuestrados los queremos vivos, libres y en paz.